Sin ponerle palabras

¡La hemos vuelto a hallar!
– ¿Qué ?- – La Eternidad.
Es la mar mezclada con el sol.
Alma mía eterna, cumple tu promesa
pese a la noche solitaria
y al día en fuego.
Pues tú te desprendes
de los asuntos humanos,
¡De los simples impulsos!
Vuelas según..
Nunca la esperanza,
no hay oriente.
Ciencia y paciencia.
El suplicio es seguro.
Ya no hay mañana,
brasas de satén,
vuestro ardor es el deber.
¡La hemos vuelto a hallar!
– ¿Qué ?- – La Eternidad.
Es la mar mezclada con el sol.
Arthur Rimbaud (Versión de Umberto Toso)

 

– Tú que me conoces más allá de las apariencias, ¿cómo hago para aliviar este dolor al que no soy capaz de ponerle palabras?

– Deja de buscarlas, las palabras y las explicaciones. Deja de pensar. Deja de darle vueltas a qué pudiste hacer mal. Deja de imaginar que las cosas podían haber sido diferentes. Deja de castigarte por todo lo que podías haber hecho mejor y no hiciste. Deja de pensar «y si…»

A ese dolor se le hace frente con las manos, con los pies; con aromas, con sabores, con sonidos; con los sentidos, con fuerza, con cariño, con devoción. Con lo que quieras, pero nunca lo dejes en manos de tu mente, se enquistará. Dolerá mucho más. Será el propio drama lo que te lleve a idealizar tu propio dolor. Y estarás perdido. 

En cambio si acaricias el dolor con tus manos, si lo acunas tejiendo con dos agujas, si lo calmas cocinando para los demás, horneando pasteles, pintando, haciendo lettering, jugando, bailando, plantando, ordenando hasta el último rincón, regalando, sorprendiendo, nadando, caminando o corriendo, tu alma florece como las semillas que has plantado, avanzará como los kilómetros recorridos, alimentará el alma como las recetas que has compartido; y el dolor poco a poco irá entendiendo que es momento de alejarse. Y antes de lo que crees, te dejará respirar.

 

_¿Las manos son realmente tan importantes___Sí, hijo_a mío_a. Piensa en los bebés_ comienzan a conocer el mundo, gracias al toque de sus pequeñas manos. Si miras las manos de los viejos, te cuentan más sobre su vida (1)
«Abuela, ¿cómo se afronta el dolor?», Bernabé Tierno

Cocinamos recetas de todas la vida y, entre risas, quemamos pasteles en el horno. Ordenamos alacenas, armarios y cajones, viajando en el baul de los recuerdos. Así es como recopilamos hilos, lazos, enhebradores y alfileres. Como volamos por miles de fotos.

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«Un mismo sol y millones de amaneceres por descubrir»

Le dimos color a las paredes. Miramos a través de los cristales que enseñan nuevos amaneceres. Incluso escuchamos pajarillos en la ventana y bocinas de barcos pidiendo permiso. Brindamos con bodegas enteras. Testigos de como se mezclaron las enseñanzas de antes con el futuro. Como se bailaron partituras enteras, cantando letras de toda una vida. Horas y horas de confidencias donde nadie se atrevió a juzgar. Donde se enseña y se aprende, a la vez, a perdonarse a uno misma.

Así fue como fue sanando su dolor. Y , sin darme cuenta, iba sanando el mío. El de ella. El de ellas. El nuestro.

Mientras caminaba, acompañabas los pasos de otros. Pedaleabas con fuerza, contando los minutos del otro. Poniendo su dolor en tu mano y soltando las penas al mar. Mientras corrían sus urgencias, atendías las ajenas. Con tu vino, con su queso, con espacio, con mi pan… pasábamos las horas sin prisas en el portal.

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«Ningún amanecer nos encuentra allí dónde nos sorprendió el ocaso» (Khalil Gibran)

Sin esfuerzos. Sin planes. Sin propósitos. Sin pasados. Ni futuros. Sin agobios. Sin horas. Sólo con las manos. Con las suyas. Con las nuestras, fue como fuimos sanando su dolor. Y fue sanando el mío. Ordenando cajones, arrasando basura, leyendo páginas sin fin.

Ordenando recuerdos, arrasando sentimientos, corriendo kilómetros sin fin.

Ordenando, descansando, creando y dando paso se fue sanando aquello a lo que no era capaz de ponerle palabras. Y sin darnos cuenta, amaneció.

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«La fe es el pájaro que canta cuando el amanecer todavía es oscuro» (Tagore)

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Un comentario sobre “Sin ponerle palabras

  1. Reblogueó esto en SER+POSITIVOy comentado:
    “La fe es el pájaro que canta cuando el amanecer todavía es oscuro” (Tagore)

    «Sin esfuerzos. Sin planes. Sin propósitos. Sin pasados. Ni futuros. Sin agobios. Sin horas. Sólo con las manos. Con las suyas. Con las nuestras, fue como fuimos sanando su dolor. Y fue sanando el mío. Ordenando cajones, arrasando basura, leyendo páginas sin fin.

    Ordenando recuerdos, arrasando sentimientos, corriendo kilómetros sin fin.

    Ordenando, descansando, creando y dando paso se fue sanando aquello a lo que no era capaz de ponerle palabras. Y sin darnos cuenta, amaneció.»

    Que así sea en el nombre del Señor Jesús.
    Amén.

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