(Imagen de lainspiraciondormida.com)
Comienzo… Comienzo algo así como un sueño, con una inspiración casi nueva. Aún no consigo darle forma ni nombre. Ya lo iré viendo.
Pero ahora al tema en cuestión. Y con ese tema precisamente quiero despegar los pies del suelo: la inspiración.
Aunque a veces parezca que no, todo comienza con una profunda exhalación de aire. Da igual que seamos niños o adultos. Siempre ocurre igual. Mis niños me lo recuerdan cada día.
Apenas tres segundos, abres los ojos, tomas aire y ¡ahí está! Una idea que aún no has sabido que te invade y ya está saliendo al exterior, sin permiso, dejándote al descubierto. Y cuando ocurre, te parece algo grandioso, diseñas esa idea con mimo, imaginas un mundo alrededor de ella, le dedicas miles de horas, hasta que por fin lo conviertes en realidad. Y sonríes.
Reconozco bien esa sonrisa cuando mis niños tienen «una idea genial». Ni siquiera los comentarios más duros les hacen cambiar de opinión. ¿Y nosotros, qué?
Me pregunto qué ocurrirá con esas inspiraciones que se quedan en eso, sólo en inspiraciones. ¿Qué faltó para hacerlas realidad? ¿Volverán? Ahora que somos «grandes», hablamos de una red que nos permita saltar. Un mínimo de seguridad, solemos decir. También abandonamos esperando un momento más adecuado.
Pero hoy es todo como siempre. No existe red, no sé en que momento estamos, no hay absolutamente nada . Solo yo. Yo y mi inspiración, claro.
Estoy sonriendo, y reconozco esa sonrisa.
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