“El camino marca una dirección. Y una dirección es mucho más que un resultado”

La energía armónica y pacífica de la contemplación vacía la mente. Y a veces ese vacío se agradece.
No soy amiga del argumento simple de la energía que fluye. Me he terminado por convencer, o por convertirme, en alguien de ciencias (o simplemente he aprendido a tenerla en cuenta).
Pero en esa ciencia debe haber algo más, algo que no consigo explicar (ni siquiera consigo entender), pero que me lleva a apostar por la intuición. Algo que por algún motivo nos lleva a seguir cuando todo indica que no.
No basta solo con saber, hay que sentir lo que se quiere saber. O al menos lo que creemos querer saber. O lo que creemos querer sentir.

Experimentarlo y hacerlo tuyo es fácil. Lo difícil es hacerlo sentir a los demás cuando de verdad tú crees en algo. Como la esencia de tu interior. Por muy insegura que puedas mostrarte, tú la percibes e incluso en algunos momentos consigues complacerte en ella.
Pero lo difícil es enfrentarla. Apostar por ella. Todos deberíamos tener alguien que te insista para apostar. Que vea con claridad lo que tú intuyes, lo que tú sientes. O al menos que te haga pensar que ve y que cree en lo mismo que tú intuyes. Entonces, por algún motivo, todo cambia.

Solo depende o exige una versión más fuerte. O eso parece. Pero el único esfuerzo que te pide es que rompas con los dichosos muros mentales y los conviertas en balcones, puertas o ventanas. Incluso a veces te vale con un pequeño agujero por el que entre la luz.
Lo que no sabes es que ese muro puede ser de papel. Débil. Fácil de derribar, sobretodo si tienes alguien que te ayude a golpearlo. Aunque no lo ves porque nadie te lo ha enseñado antes.
Si te decides, puede que resulte hasta divertido. Si no lo intentas, nunca lo sabrás. ¿Qué tienes que perder que sea tan importante como para no intentarlo?
Sin embargo, no tengas prisa. O si. Cuando llegue el momento adecuado, lo sabrás. Y tu prisa tendrá sentido.

Eso lo aprendí de alguien que decía plenamente convencido ser de ciencias, pero me pedía desesperadamente que tuviera fe.