
Con una organización realista de tu tiempo de estudio tendrás la mitad de la batalla ganada. El control y la planificación reduce significativamente la ansiedad y deja todas las energías disponibles para lo realmente importante: estudiar concentrados los contenidos para ir asimilando ordenadamente la información. Pero hay que ser disciplinado y esforzarse en cumplir los compromisos planificados.
La EBAU no es más que una una revisión de lo aprendido durante los dos años de Bachillerato y una de las claves para superarla es el repaso ordenado de los temas claves y una pulcra organización de la información que vas adquiriendo. Para ello, es imprescindible contar con una planificación detallada.
Usando un cronograma de estudio no solo podrás controlar tu ritmo de estudio sino también evaluar tu progreso, fijando nuevas metas y equilibrando las horas de estudio por asignatura, desde las que más te cuestan a las que manejas con más soltura.
Esta última semana, tu horario ha de ser más intensivo que nunca, con el estudio planificado al detalle y una clara estrategia dirigida al repaso de contenidos claves que te han ido indicando tus profesores y a la aclimatación de cara al día del examen.
Debe ser una organización estratégica, haciendo hincapié en aquellas materias que te resultan más difíciles.
Pero al mismo tiempo tratando de hacer una jornada diaria llevadera, alternando las asignaturas para equilibrar la carga de estudio.
Las más difíciles se estudian más. Aunque parece lógico, en la práctica solemos cometer el error de entretenernos más con aquellas asignaturas que nos resultan más interesantes o nos sabemos mejor. Tenlo en cuenta.
Para que esto no ocurra, debes ir alternando las asignaturas de estudio con asiduidad y asignar previamente un tiempo de estudio a cada una.
Pero recuerda nuestra regla principal: no descuides el descanso y no olvides dejar tiempo libre. Porque si no, te será difícil rebajar tu nivel de estrés antes del gran día.
Estudiar muchas horas seguidas de una misma materia no es aconsejable. Lo suyo es variar cada poco tiempo (1 hora u hora y media) para no saturarte. Además, cambiar de tema hace que pierdas menos la concentración que si solo lees sobre lo mismo durante mucho tiempo.
Incluye en esa planificación, ejercicios y simulaciones de exámenes, para acostumbrarse a llevar a la práctica el conocimiento adquirido y para asegurarte de que te adaptas al tiempo establecido para cada prueba. Busca modelos de exámenes de años anteriores. Tienen varias ventajas: te permite probar tus conocimientos, conocer el tipo de preguntas que hacen, ponerte en la situación real del examen, evaluarte a ti mismo, demostrarte que puedes superarlo…Te dará una seguridad que agradecerás.
Preparar una buena EBAU no es solamente saber bien todos los contenidos, sino también dominar cómo se te van a formular las preguntas. Es decir, familiarizarse con el modelo global y con el escenario real de tensión emocional al que nos vamos a enfrentar.
Otra manera de hacer el estudio más llevadero y productivo es variar las técnicas de estudio para cada asignatura. Si vamos variando, podemos ir buscando la técnica que mejor se adapte a tu forma de estudiar, pero para organizar tanta información a un mismo tiempo es recomendable usar mapas mentales y fichas de resumen. Si estudiamos de distintas formas no solo será más entretenido, sino que usaremos distintas áreas del cerebro para retener la información, nos mantendremos más activos y aumentará la comprensión, la síntesis y la retención de información.