Pensamiento lateral

A Juan se le cayó un anillo dentro de una taza llena de café,

pero el anillo no se mojó. ¿Cómo puede ser?

Realizado por L. V. J.

En estos tiempos en los que tenemos que adaptarnos a nuevas formas de afrontar el día, es una buena oportunidad para probar otras alternativas de aprendizaje y de entrenamiento cognitivo. Es el momento perfecto para ver las cosas de otro modo.

El aburrimiento es la excusa perfecta para entrenarnos en el pensamiento lateral. Veamos porqué.

El pensamiento lateral es la forma alternativa de resolver situaciones o problemas de la vida cotidiana de una forma creativa, abandonando el pensamiento lógico y racional que acostumbramos a premiar en las escuelas. Es un modo diferente de utilizar tu mente.

Propuesta por el psicólogo Eduardo De Bono, escritor del libro El uso del pensamiento lateral, que revolucionó el concepto de entender el pensamiento y, en consecuencia, la forma de aprender. Con su conocida herramienta de los seis sombreros para pensar, explicó que existen dos tipos de pensamiento: pensamiento lateral y vertical. Con un sinfín de posibilidades de pensar, y, por tanto, de actuar y de enseñar.

Si recordamos nuestros remotos tiempos de escuela, acertaremos a adivinar que el pensamiento vertical comprende el pensamiento lineal que proviene de un conocimiento dirigido por la explicación docente, la lectura, la repetición, la práctica tras asimilar dicha enseñanza y finalmente poder ser evaluados los conceptos. Es la forma que se utiliza normalmente para resolver problemas a través del método lógico tradicional.

Por el contrario, el pensamiento lateral proviene de la creatividad y la espontaneidad a partir de inquietudes o caminos alternativos que llevan al mismo objetivo pero de un modo completamente diferente. Para poder comprender este tipo de pensamiento es necesario tener presente el caos, el desorden, la creatividad, la lógica y por tanto,  las formas alternativas de observación y evaluación. Este tipo de pensamiento busca soluciones a los problemas que no siguen las pautas lógicas utilizadas normalmente, se apoya en ideas que se salen de lo habitual, escapando de las ideas preconcebidas. Se necesita mucha imaginación, ya que se crean patrones de pensamiento diferente al pensamiento común. Para desarrollar y ejercitar el pensamiento lateral es fundamental aprender a analizar los problemas desde multitud de puntos de vista.

Este pensamiento es esencial en situaciones en las que el pensamiento vertical (lógica, razonamiento, educación recibida) es insuficiente para alcanzar una respuesta, sin embargo no es una fórmula mágica que aprendamos unos de otros; sino una actitud y un hábito mental desarrollado a partir de la necesidad y la falta de recursos. Nos lleva a desarrollar nuestros talentos en función de cómo nos adaptamos a las circunstancias. Ante las dificultades es cuando surge nuestra capacidad para resolver un problema de una manera algo más creativa a la usual. Las ovejas negras suelen ser expertas en este tipo de mecanismos.

Es un cambio de percepción tanto del problema planteado como del acceso a la información que disponemos para resolverlo, que nos hace desarrollar habilidades más creativas. En vez de acceder directamente a la parte ejecutiva de nuestro cerebro que tira del aprendizaje de pautas y provoca una serie de acciones típicas, obvia la información contextual y lo aprendido hasta el momento, provocando diferentes conexiones. Ayuda a la flexibilidad cognitiva, algo cada vez más necesario. Y aunque a priori parece fácil, a los adultos (convencidos de nuestras ideas) nos resulta muy complicado.

En medio del caos que está suponiendo el cambio social permanente en que vivimos, tenemos que hacer un enorme y creativo esfuerzo por arrastrar este cambio a los modelos y estrategias de educación. Docentes, padres y resto de profesionales deberían comenzar por valorar y premiar conductas de nuestros niños que se manejan bajo el pensamiento lateral, como una realidad cada vez más presente y útil en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Los niños son capaces de ver cosas que los adultos no consiguen ver. De hecho, existen muchos acertijos que niños pequeños resuelven con más facilidad por no tener ideas y aprendizajes adquiridos. Su cerebro funciona diferente al de un adulto. Mientras que ellos tienden a sintetizar y fijarse en cosas obvias y concretas, al ojo del adulto se le escapa porque tiende a acumular información, e incluso a añadir cosas donde no las hay. Lo percibe todo globalmente tratando de asimilar más y más información en el menor tiempo posible. Hace inferencias de situaciones anteriores. Algo muy útil, pero que a veces nos conduce a un error de generalización. El cerebro de un niño, sin embargo, es capaz de sintetizar y centrarse en una única cosa, aquello que les llama poderosamente la atención porque no encaja.

El pensamiento lateral puede entrenarse a través de analogías, provocaciones, inversiones, fraccionamiento o idoneidad en las respuestas. Aquí tienes algunos ejemplos:

¿Quieres comenzar a poner en práctica el pensamiento lateral?

⇨ ¿Recuerdas con qué pregunta habíamos empezado este texto? …Era posible porque la taza tenía café en grano

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