
«¿Qué importan los años? Lo que realmente importa es comprobar que a fin de cuentas la mejor edad de la vida es estar vivo», Mafalda.
Me imagino ahora a Guille, Susanita, Manolito, Felipe, Miguelito y Libertad tristes, intentando consolar a Mafalda.
Recuerdo sin dudar cuál fue la primera viñeta que leí. En la cama, una noche previa al comienzo de curso, le enseñaba esa viñeta a mi hermana mayor. Desde entonces la he vuelto a releer cada comienzo de curso … y no han sido pocos los comienzos que he vivido desde entonces. Eso es lo que tiene la nostalgia. Así fue como Guille y Mafalda consiguieron que me volviese fan incondicional de sus historias.

Este miércoles, un día después de que Mafalda cumpliera 56 años, desde que apareció por primera vez en la revista Primera Plana, su creador, el dibujante argentino Joaquín Salvador Lavado Tejón , universalmente conocido como «Quino», fallecía a los 88 años, dejando huérfana a Mafalda y a todos sus lectores.
Hijo de padres andaluces (Fuengirola), nació un 17 de julio de 1932 en Mendoza, ciudad a la que habían emigrado en busca de una vida mejor. Y fue su tío Joaquín Tejón, pintor e ilustrador, el que despertó su vocación de dibujante desde que era un niño.
“¡Sonamos, muchachos! ¡Resulta que si uno no se apura a cambiar el mundo, después es el mundo el que lo cambia a uno”
Ahora quien sabe. Probablemente hubiésemos tenido el honor de mariposear con Mafalda por el Departamento de Orientación, para hacerle una valoración psicopedagogica por Altas Capacidades Intelectuales. Y es que a poco que la descubras, seguramente pensarías que era una niña prodigio con la que Quino nos guió magistralmente hacia una profunda critica de la vida, en lo cotidiano. Una reflexión que no perdía jamás la esperanza ni la ilusión, como niña que era, por una sociedad mejor.
“El problema es que hay más gente interesada que gente interesante”
Al poco de publicarse en 1963 el libro recopilatorio, Mundo Quino, el primero de humor gráfico, le pidieron diseñar a una familia de personajes para poder promocionar los electrodomésticos Mansfield de la firma Siam Di Tella en una tira de diario. La niña recibe el nombre de Mafalda por uno de los personajes de la novela Dar la cara, pero la campaña publicitaria frustrada nunca vio la luz y Quino guardó a Mafalda en el cajón.
No fue hasta 1964 cuando se la pudo ver en una tira cómica. Mafalda se convierte entonces en papel prensa y comienza su carrera a la fama, manteniéndose más viva que nunca, 56 años después. Y es que Mafalda y su mensaje, siempre simple, profundo y reivindicativo están más de actualidad que nunca.

Son muchas las generaciones que han crecido de la mano de sus personajes. Especialmente de esa niña sabia y respondona, de ingenio punzante y dispuesta a hacer las preguntas más incómodas a los adultos. Feminista, defensora de los derechos humanos. Hablando claro, directo, conciso y con humor.
Creada como una especie de voz de la conciencia, Quino consiguió convertir a Mafalda en un ejemplo a seguir, especialmente por ser crítico con el mundo que le rodea desde la más simple ironía, algo que probablemente sea lo que haya enamorado a tantos lectores.
“Los diarios inventan la mitad de lo que dicen. Y si a eso le sumamos que no dicen la mitad de lo que pasa resulta que los diarios no existen”
Pero Mafalda no fue su única creación. La acompañaron en su descubrimiento del mundo Felipe, el soñador amigo de Mafalda que odia la escuela; Manolito, el ambicioso hijo de un comerciante gallego obsesionado con el dinero; Susanita, cuya mayor aspiración en la vida es ser ama de casa; Libertad, una pequeña de muy baja estatura que es aún más idealista que Mafalda. Y Guille, dándole el toque de ternura. Un personaje que tanto aprendió de su hermana.

Aunque sin duda, Mafalda fue el personaje más querido de Quino. Una amante de los Beatles y del Pájaro Loco, que odiaba la sopa y que acabó conquistando múltiples rincones del mundo.
“Como siempre: lo urgente no deja tiempo para lo importante”
Poco se sabía del hogar de la familia de Mafalda, más allá de que ella vivía con su hermanito Guille y sus padres en el departamento E, en un edificio donde habitaba también su amigo Felipe. Pero no todos fuera de Buenos Aires saben que ese edificio existió, y existe todavía, en el barrio porteño de San Telmo, en el número 371 de la calle Chile, muy cerca del hogar de Quino.
Y es que algo que llamaba mucho la atención es que todo lo referente a Mafalda estaba relacionado con su vida real.
“En todas partes cuecen habas, pero nadie se anima a estrangular al maitre”
La relación entre Mafalda y sus padres era peculiar. Unos padres a los que cuestionaba y abordaba con preguntas difíciles, que ellos no sabían qué responder. Su madurez consiguió un pequeño momento de reflexión “adulta” con solo una simple pregunta, los mismos segundos de reflexión que consiguió extender a sus lectores.

“¿Qué habrán hecho algunos pobres sures para merecer ciertos nortes?”
Y menos mal que aquella caricatura no permaneció mucho tiempo en el cajón. Porque muchas fueron sus colaboraciones en el mundo.
“Lo ideal sería tener el corazón en la cabeza y el cerebro en el pecho. Así pensaríamos con amor y amaríamos con sabiduría”
Tras el golpe de Estado en Argentina de 1976, el dibujante se trasladó a Milán y decidió abandonar la tira cómica de Mafalda.
“Su vigencia es algo que no puedo entender”, confesó en 2014, tras recibir el Premio Príncipe de Asturias en Comunicación y Humanidades.
“No es cierto que todo tiempo pasado fue mejor. Lo que pasaba era que los que estaban peor todavía no se habían dado cuenta”

En 1976, Quino colaboró con UNICEF para ilustrar a su manera los 10 derechos fundamentales de los niños, retomando al personaje después de tres años de pausa.
Otro ejemplo es la llamada Ley SOPA de 2012, que ponía en riesgo la libertad de expresión en internet. Su inclinación a favor de la justicia social (y la coincidencia del nombre de la ley) convirtieron a Mafalda en una vocera en contra del proyecto.
No obstante, el legado de esta pequeña defensora de la justicia sobrevive, y no hay duda de que seguirá inspirando a las generaciones que buscan provocar un cambio. Gracias a Mafalda, Quino será eterno.

“¿Y no será que en este mundo hay cada vez más gente y menos personas?”