Llevo exactamente 127 días esperando para publicarte, cuando tu padre me confirmó que en unos días llegarías a casa. 127 días y nada es comparado con lo que han tenido que esperar para tenerte entre sus brazos.
He tenido la suerte de conocerte cuando aún solo existías en la cabeza de mamá. Estar cuando llegó la gran noticia. Tu primera foto. Tu nombre. Tu habitación. Los preparativos para que todo estuviese listo. Los visados y el pasaporte. Los nervios de mamá viendo pasar los días sin nuevas noticias. Tú equipaje para el gran viaje.
Tú no vienes vacío de equipaje. Tu nombre, tu pasado, tus expectativas, tus incertidumbres… Tu presente. Porque tu llegada no será un nacimiento, sino una continuidad. Camino ya andado. Vida ya vivida. Con un nombre propio para resumirla.
Y por fin, la cuenta atrás para llegar a casa, con tu maleta y un montón de preguntas que algún día recibirán la mejor de las respuestas. No hay porqué preocuparse.
Cuando te preguntes cómo fue, tus papás estarán preparados para ser interrogados. Cada pregunta sobre tu nacimiento será una oportunidad para que mamá y papá te cuenten los detalles del mejor viaje de su vida. Del mejor viaje de vuestra vida.
Cuando te preguntes porqué no creciste en la barriga de mamá, sabrás que en realidad fuiste creciendo de una manera muy especial en su cabeza, para terminar de crecer y estar para siempre en su corazón. ¡Fuiste tan deseado! Te fue imaginando cada día, cómo sería tu carita, tus manos, tus dedos de los pies. Cómo sería tu voz, tu sonrisa, tu llanto. Si serías alto. Si estarías bien.
De momento no te podrán contar más de lo que puedes entender. A medida que crezcas, tu historia crecerá contigo e irás formando tu propia identidad. Pero ten paciencia, pronto lo entenderás.
Cuando llegue tu momento de tener curiosidad, tus papás estarán preparados para entender tu deseo de querer saber, de buscar. Porque sabrán que una parte de saber quién eres es conocer de dónde vienes y saber en dónde estás.
Cuando, como cualquier otro niño, sientas la necesidad de retar, o echarle un pulso a tus padres, ellos estarán preparados para indicarte pacientemente dónde están los límites. Pero no te pases, porque ellos sabrán mantener el control para saber decirte que no y mantenerse firmes.
Cuando dudes y te preguntes ¿esta será mi casa para siempre? te explicarán con detalle qué significa la incondicionalidad. La han trabajado bien durante algunos años. Los he visto sonrojarse cuando alguien les dice lo afortunado que serás por tener unos padres como ellos. Los he visto sentir que los afortunados son ellos por tenerte.
Cuando sientas miedos, inseguridades y angustias que para tí son inexplicables, mira a papá. El siempre sabe lo que hay que hacer. Su tranquilidad te calmará.
Cuando consigas retos en la vida y te sientas feliz, mamá lo celebrará contigo, y reconocerás en su mirada lo orgullosa que se siente de ser tu madre.
Tu familia te enseñará qué quiere decir ser feliz, y con ellos entenderás que se trata, más bien, de una forma de relacionarse con la vida, de una actitud a la hora de afrontar las cosas. Y para cuando lo hayas aprendido, podrás decir que has acabado por parecerte a tu padre, con esa forma tan natural de entender lo que es la felicidad. Descubrirás entonces lo afortunado que te sientes. No olvides decírselo. Ellos también necesitan escucharlo.
De tus padres aprenderás lo que es la tenacidad. El coraje. La lucha. Porque tus padres son de ese tipo de personas que hacen que las cosas pasen. Quizá rezaron por ello. Quizá se lo gritaron al mundo. Desearon, esperaron, creyeron, amaron, arriesgaron, volaron, acogieron y por fin han vuelto todos juntos a casa.
Bienvenido a casa, pequeño!!
¡Me has emocionado! ¡Cuánta pasión y cuánto amor en estas líneas! ¡Gracias!!! 😉
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