En los últimos años llegó a nuestras aulas un nuevo y original método de enseñanza-aprendizaje llamado PBL (problem based learning) o ABP (aprendizaje basado en problemas), como cada uno prefiera. Un método docente que trasladaba todo el interés al estudiante como protagonista de su propio aprendizaje. Desde entonces las nuevas metodologías nos invadieron sin más remedio, arrastrando tanto a los que ansiaban el cambio como a los más resistentes.
Años más tarde, cuando las nuevas metodologías empiezan a dejar de ser tan nuevas, me gusta insistir en una forma de enfocar todo esto que llamamos innovacion educativa. Una forma de «hacer» que considero base fundamental de cualquier estrategia educativa que llevemos a cabo: el aprendizaje basado en la pasión.
Contribuir al aprendizaje desde la pasión nos lleva a cambiar nuestro control del grupo por el deleite de aquellos que lo forman. La pasión como tal, puede que nos inquiete, o puede llevarnos a pensar en arrebato o descontrol. Sin embargo, no significa que la enseñanza basada en la pasión sea sinónimo de aulas descontroladas con cada uno haciendo libremente lo que más le apetece. Contrariamente a lo que pueda parecer, la pasión lleva de forma natural a la implicación, la insistencia, la conexión y el entusiasmo.
No se trata de descontrol, pero el matiz si quesea, quizá, el de dejarse llevar. Cuando hablamos de enseñar o de aprender, la pasión se traduce en generar más espacios para la creatividad, la inspiración y el ingenio. Y eso, a veces, nos cuesta.
Se trata de que nuestros alumnos deseen hacer lo que tienen que hacer. Y para que esto ocurra, el docente necesita desear lo que está haciendo. Mágicamente se contagia.
Si el docente y los alumnos se sienten cómodos en el aula, en sintonía y con cierta complicidad, el aprendizaje se da de forma envidiable. Incluso en los casos más difíciles, la pasión se convierte en motor de cambio.
Nuestra responsabilidad no es, desde hace un tiempo, la de gestionar el conocimiento. Si de verdad estamos al mando, debemos contribuir en el descubrimiento de los talentos que tenemos entre manos. Que en sí no es fácil. Pero además debemos crear un ambiente (con las ya conocidas situaciones de aprendizaje o los proyectos de comprensión) que den cabida a los diferentes estilos, intereses y necesidades de cada uno. En definitiva, ayudarles a descubrir dónde y qué buscar. Y teniendo en cuenta que a veces hablamos de 30 o 35 estilos diferentes, parece realmente complicado; pero también es cierto que en ocasiones, con alguno que otro, lo logramos. Menuda satisfacción sentimos entonces.
Lo que acabo de describir parece que da miedo solo pensarlo. Pero el aprendizaje basado en la pasión te permite estar más cerca de tus alumnos. La pasión te permite conocerlos, descubrirlos, contagiarlos. Averiguando lo que apasiona a cada uno de nuestros alumnos, podremos hacerles protagonistas, contagiando su pasión al resto del grupo.
Motivar basándonos en la pasión ayuda a generar autoridad desde la confianza, vivir el respeto desde la admiración, contagiar el gusto por el trabajo bien hecho desde el ejemplo, y entrenar en la constancia desde la insistencia por lograr nuestras pasiones. Cuando esto se da, las oportunidades de aprendizaje se multiplican y los conocimientos pasan a ser intensas experiencias que perduran en el tiempo.
La profesora Kimberly Vincent, del Island School, de Nueva York, donde, desde hace años, se viene incorporando a la práctica docente el Aprendizaje Basado en la Pasión nos ofrece lo que, en su opinión, son los principios de este práctica docente. Ella es un buen ejemplo de ello.
Sea lo que sea lo que enseñemos, debe ser enseñado de una manera inspiradora. Para mantener a los alumnos motivados tenemos que ser unos apasionados, incluso un poco locos.
Por su parte, Marc Prensky comentaba que lo principales cambios educativos que deberíamos aplicar para beneficiar a los estudiantes son básicamente cuatro: El interés o pasión, las competencias, el mundo real y el pensamiento para la acción eficaz.
Para desarrollar la pasión nos ofrece 4 claves:
- La pasión nunca nace del dogma o la imposición. Por ello debemos cuidar en el ambiente escolar el proceso creativo de nuestros alumnos y su capacidad de decisión. Prensky apuesta por el proceso creativo como una experiencia estimulante; pieza fundamental del aprendizaje pasional.
- La pasión reside en aquello que nos importa y nos parece relevante. Mostrar la utilidad del aprendizaje será vital.
- La Tecnología nos ofrecen múltiples variantes, ya sea a través de juegos interactivos, debates en la red, videos, chats, redes sociales, etc… Y este es un entorno cercano y apasionante para ellos.
- La pasión es contagiosa. Rodearse de gente realmente apasionada es la mejor manera de llegar a estarlo.
Y como muestra, un botón; al vivir hoy una experiencia diseñada por más de 300 alumnos de secundaria y, al menos, 20 compañeros contagiados de verdadera pasión. Tras un gran trabajo cooperativo que llevan semanas realizando, documentándose sobre Egipto, miles de detalles se han dado cita en las aulas y polivalentes: exposiciones, decorados, trabajos de investigación, pinturas, murales y manualidades. Momias, esclavos, y faraones. Alumnos, profesores, padres y madres trabajando al mismo tiempo. Y de fondo, un profundo aprendizaje que no se hubiese alcanzado con tanto éxito si no existiera una auténtica pasión por lo que se hace. Felicidades compañeros por tanto entusiasmo, por tanto trabajo, por animarse un año más a desarrollar un trabajo basado en la pasión.
¡A dejarse contagiar!
«Un hombre sin pasiones está tan cerca de la estupidez que sólo le falta abrir la boca para caer en ella»
Séneca
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