Normalizar emociones

 

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 «No olvidemos que las pequeñas emociones son los grandes capitanes de nuestras vidas y las obedecemos sin darnos cuenta». -Vincent Van Gogh-

¿Cuándo fue la última vez que lloraste a moco tendido, o que sentiste un momento repentino de euforia descontrolada?

Con cada adulto, adolescente o niño ocurre siempre lo mismo. Detrás del dolor, de cada enfado, de cada incertidumbre, de cada sacudida, de cada circunstancia que nos acompaña o nos persigue, siempre hay un estado emocional convertido o no en un sentimiento. Es lo normal. Pero por alguna razón (que analizaremos en otra ocasión) nos empeñamos en negar la evidencia. Y es que no sé en qué momento nos han enseñado a negar/ocultar/disimular/posponer nuestros estados emocionales. Sin embargo, si supiéramos cuánto daño conlleva esta práctica de negar nuestro dolor, prestaríamos más atención.

Si además tuviéramos en cuenta que, cuanto antes  y más naturalmente le demos salida a lo emocional, más rápido pasaría todo y antes retomaríamos la normalidad, se dan entonces dos motivos de peso para profundizar más sobre este tema.

Aburrimiento, aceptación, admiración, alegría, alivio, amor, asco, asombro, compasión, confusión, culpa, decepción, desaliento, deseo, entusiasmo, envidia, euforia, felicidad, frustración, gratitud, hostilidad, ilusión, incomprensión, inseguridad, ira, irritación, melancolía, miedo, nostalgia, odio, orgullo, placer, remordimiento, satisfacción, serenidad, soledad, tensión, ternura, tristeza, vergüenza…. 40 estados emocionales, entre otros 250 posibles, que de una forma directa o indirecta forman parte de nosotros. Todas estas reacciones van a estar presentes minuto a minuto en nuestro cuerpo cada día de nuestra vida. Es lo normal. Tanto si somos conscientes, como si no. Algunos estados incluso pasan de un extremo a otro en cuestión de minutos. Es solo una muestra pequeña de la cantidad de situaciones emocionales que podemos experimentar. Así somos, así debemos ser y así debemos aceptarnos.

Esto es una especie de reivindicación. Por el bien de nuestra propia salud mental es saludable y sano normalizar las emociones, entender las reacciones emocionales como algo inexcusable para nuestro equilibrio vital. De hecho, no sentir emociones de algún tipo sí es una verdadera patología. Y tan necesario es sentirlas como darles salida cuando nos invaden.

«Vamos a curarnos emocionalmente; así podremos dejar de lastimar accidentalmente a las personas que queremos amar, al proyectar en ellas nuestras propias heridas» 

Las emociones son estados psicofisiológicos relativamente breves que todos, inevitablemente, experimentamos. Están causados por la liberación en nuestro cerebro de ciertos neurotransmisores u hormonas, que pasados por un filtro más cognitivo se convierten en sentimientos.

Imagina cualquier situación que te haga sentir mal. Ante algo así, lo clínicamente saludable, es tener una reacción inconsciente, automática, que no vamos a poder controlar.

La palabra emoción viene del latín «emovere» que quiere decir mover hacia o desde.  Porque, en contra de lo que se piensa, las emociones son algo transitorio, que nos saca de nuestro estado habitual y nos empujan a la acción. Por tanto son vitales y  necesarias para recomponernos.

Como vemos, estados emocionales hay muchos pero 4 son los grupos de emociones primarias o básicas que son la base de nuestro universo emocional: la tristeza, el enfado, el miedo y la alegría.

Como anécdota, añadiré que me resultó curioso averiguar que el enfado es una de las emociones que más fácilmente se disipa. Porque después lo que queda no es el enfado en sí, sino el orgullo, que es un estado bajo la influencia de lo cognitivo.

Decíamos que las emociones son necesarias, adaptativas… pero también breves. Sin embargo, un sentimiento es la suma de una emoción y un pensamiento.

La emoción se transforma en sentimiento cuando tomamos consciencia de ella. Además de la reacción fisiológica inicial, interviene ahora un componente cognitivo y subjetivo. Es como si le ponemos una etiqueta a la emoción y emitimos un juicio acerca de ella. Es la interpretación que hacemos de esas emociones, y se pueden regular mediante nuestros pensamientos. Solo cuando somos conscientes de nuestros sentimientos vamos a poder gestionarlos.

«Los sentimientos no pueden ser ignorados, no importa cuán injustos o ingratos nos parezcan.»  Anna Frank

Un factor importante es el pensamiento y el comportamiento que manifestamos mientras sentimos la emoción. Lo que hagamos en esas condiciones, nos va a afectar a nosotros mismos pero también a los demás.

Cuando nos invade una emoción  debemos de hacer lo más difícil del mundo: NO HACER NADA por controlarla o evitarla.  Dejarla salir, sentirla, vivirla…

Las emociones que catalogamos como negativas tienen como objetivo evolutivo pedir ayuda. Pídela.

Si fuésemos capaces de ver las emociones como datos de lo que está ocurriendo en nosotros, lo veríamos de otra manera. Solo es incómodo, no va a matarte. Es un puñado de química corriendo por tu torrente sanguíneo. No le des más dimensión, no dramatices sobre ella.

Para tener estabilidad emocional debemos tratarnos a nosotros mismos con respeto y empatía. No autojuzgarnos ni criticarnos de manera patológica. En definitiva, relacionándonos con los demás, pero también con nosotros mismos, con afectividad.

Normaliza incluso con los demás. Puede que entonces aparezca otra emoción: la vergüenza.  ¿Es tan malo sentirse mal de vez en cuando?

Cuéntale abiertamente a las personas de confianza cómo te sientes. Llora, ríe,… Compartirlo con los demás aliviará la carga, y verbalizarlo en voz alta te ayudará a comprender qué es lo que realmente está pasando. Te dará otros puntos de vista.

No olvides que tus emociones, lejos de hacerte una persona débil, están presentes para protegerte. No las escondas, vívelas, aprende de ellas y deja que te inspiren.

No es bueno callar lo que se siente. En algún momento, tarde o temprano, terminará estallando de la peor forma. Recuerda que todas las emociones que experimenta una persona son siempre válidas y tienen siempre sentido.

Normalicemos. No hay cosa más bonita que llorar o reír por algo que nos importa. En ambas ocasiones, poco a poco el alma descansa y uno termina por sentirse mejor. Eso es señal de que estamos vivos. No podemos ni debemos ser siempre fuertes. No es saludable… ni posible.

 

4 comentarios sobre “Normalizar emociones

  1. Es muy cierto….

    Para tener estabilidad emocional debemos tratarnos a nosotros mismos con respeto y empatía. No autojuzgarnos ni criticarnos de manera patológica. En definitiva, relacionándonos con los demás, pero también con nosotros mismos, con afectividad.

    Tenemos que aprender a ver lo que sentimos, nuestras emociones, como lo que son, parte de nuestro crecimiento como personas racionales.
    Me encantó leerte.

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