“Los enemigos como el odio y el apego carecen de piernas, brazos y demás miembros, y no tienen coraje ni habilidad. ¿Cómo, entonces, han conseguido convertirme en su esclavo?”
-Shantideva-
Año nuevo. Propósitos nuevos.
Se ha convertido en uno de los principales motivos de sufrimiento de toda la humanidad. A todas las edades. Los bebés lloran por apego. Aunque lo que no se suele tener en cuenta es que los adultos también lloran por el mismo motivo. Si consideras que algo en tu vida es “indispensable”, es un asunto al que deberías dedicarle tiempo para resolverlo; porque cualquier relación basada en el apego significa entregar el alma a cambio de una falsa sensación de seguridad/necesidad. Es necesario reflexionar sobre qué necesidades secundarias podrían ser prescindibles para nuestra supervivencia emocional; y enfrentarnos a esos apegos que no nos dejan avanzar.
Quizá nos hayan hecho creer que esto debe ser así. El éxito a menudo significa pertenecer a algo, a alguien, a un grupo. Que algo nos pertenezca. El éxito se cuantifica en posiciones adquiridas (incluyendo a personas).
Somos seres sociales y sin duda eso nos lleva a caer en el caos. Hemos sido educados para acatar normas sociales… a veces, a cualquier precio. Sin embargo, las cosas, las personas, las relaciones y los vínculos cambian, se transforman. Lo saben bien las sociedades orientales, donde educan desde la ley de la impermanencia: las cosas se van, cambian, no son para siempre; y por eso, debemos estar listos para aceptar la pérdida con serenidad.
Crecer emocionalmente en el apego, significa necesitar cada vez menos. Y qué dificil nos resulta aceptar la desesperanza, aprender a perder, avanzar y soltar.
¿Por qué es un tema tan delicado?
El apego es un vínculo afectivo intenso que se establece desde los primeros momentos de vida entre la madre, padre o figura de referencia y el bebé recién nacido. Su función es asegurar el cuidado, el desarrollo psicológico y la formación de la personalidad. Es curioso. Cuando un bebé nace, necesita de ese apego para poder sobrevivir. Paradójicamente, ese apego durante la infancia es el soporte básico para la seguridad emocional en la vida adulta. No solo es sano, si no que es vital.
Pero… el apego puede convertirse en un vínculo obsesivo fundamentado en cuatro creencias falsas: que es permanente, que nos hará feliz para siempre, que lo necesitamos porque nos da seguridad y que dará sentido a nuestra vida.
Cuando se tiene un vínculo de este tipo, no se está preparado para la pérdida y no se acepta el desprendimiento. Y eso es un lastre que nada tiene que ver con el afecto o un vínculo emocional sano.
Esto es tremendamente peligroso: este tipo de apego corrompe la propia dignidad, el respeto por uno mismo. Menoscaba la libertad personal y va comiendo poco a poco la tranquilidad y la salud mental que tanto necesitamos para desarrollarnos de forma natural y sana.
Lingüísticamente hablando, el apego suena a alguien que te quiere, te cuida o te protege. Lo asociamos equivocadamente con el apego de los bebés, que lo necesitan literalmente para sobrevivir. Sin embargo, ahí está la clave. Que madurar y crecer va relacionado con saber soltar amarras, romper apegos en términos de «adicción» de personas, situaciones, hábitos o a relaciones poco saludables. Esa necesidad de una persona o vínculo emocional que sentimos imprescindible; lo que nos convierte a nosotros mismo en un vacío, dando lugar al poder, la posesión… incluso la manipulación.
“Trata de no confundir el apego con el amor. El apego tiene que ver con el miedo y la dependencia y tiene más que ver con el amor a uno mismo que al amor a los demás”.
-Yasmin Mogahed-
Este apego (o mejor dicho, dependencia) nada tiene de primario, como es en el caso de un bebé. Son necesidades creadas, generadas a base de aprendizajes mal establecidos, sobre la creencia de que son deseos a los que no podemos renunciar. Otra vez nuestra dificultad (aprendida) para aprender a soltar o aprender a perder.
Todo esto es importante porque afecta a la salud mental… llegándonos a resentir nuestra salud física. Por eso, cuando te ves en una encrucijada vital por culpa de los apegos, uno debe tratar de ser irreverente con ellos, hasta el punto de parecer (y ser) rebelde. Sin duda, es toda una rebeldía interior.
Un estado necesario para romper el esquema básico en el que estás metido y poner en funcionamiento un nuevo paradigma de vida. Romper el orden establecido para poder crear un orden nuevo desde el inicio. Y son las crisis las grandes oportunidades para romper (sin anestesia) y trabajar el desapego. Una crisis implica un cambio de valores y casi siempre nos obliga a desprendernos de muchas cosas que no sabíamos que nos estaban haciendo daño.
Abrir los ojos duele, pero es un dolor muy necesario.
“Si no tienes libertad interior, ¿Qué otra libertad esperas poder tener?.”
-Arturo Graf-
¡Feliz 2024! Feliz San Emmanuel