El síndrome de Wendy.

Wendy Moira Angela Darling es, junto con Campanilla, la protagonista femenina de Peter Pan en la famosa obra de James M. Barrie. Quienes me conozcan bien estarán sospechando ya el porqué de este personaje. Igual no van desencaminados en las conjeturas. Pero ese viaje hacia el País de Nunca Jamás lo dejaremos para dentro de un tiempo.

Wendy es esa muchacha que, ya desde el primer día, cose la sombra de Peter Pan para que no la pierda, que se preocupa por limpiar la casa, por atender a los “niños perdidos”… Lo da todo por los demás, porque es así como ella es feliz.

No hay ejemplo mejor para retratar el Síndrome de Wendy, denominado por el psicólogo norteamericano Dan Killey, autor del best seller ‘El dilema de Wendy’. Aunque no ha sido reconocido como patología dentro de los trastornos mentales, ni tampoco figura en la nosografía psicoanalítica, es aceptado a nivel de psicología popular como la tendencia que tienen algunas personas de proteger a los demás y cuidarlos con cierto instinto maternal.

Normalmente se asigna el síndrome de Peter Pan al género masculino, mientras que a las mujeres se les asocia el complejo de Wendy. Pero, no gustándome atender al género, en esta ocasión me referiré al síndrome de Wendy tanto para hombres como mujeres.

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La forma de proceder de Wendy, así como de aquellas personas que enfocan su vida al cuidado, servicio y protección de los demás es algo que por lo general pasa desapercibido. No se percibe a priori como una dificultad, al confundirse con una actitud altruista. A priori.

El perfil de Wendy se reconoce por una preocupación excesiva por el bienestar del otro; muchas veces acompañado de sentimientos de temor al rechazo e inseguridad continua. con una marcada tendencia al autosacrificio y la sobreprotección sobre el otro, cuidando siempre de los demás y olvidándose de sí mismos. 

Causas del síndrome de Wendy

El miedo al rechazo o abandono, influencias culturales, patrones familiares, estilos educativos, rasgos de personalidad… Cualquiera de estas circunstancias puede dar lugar al síndrome de Wendy. Este miedo irracional, con características patológicas, hace que de forma compulsiva cumplan los deseos de los otros, asumiendo las responsabilidades ajenas y sobrecargándose ellas mismas.

Los rasgos de personalidad de una autoestima poco ajustada, la introversión, la necesidad de afecto son algunos motivos que dan lugar a este complejo. Se trata de personas fuertes y con una gran capacidad para tolerar la frustración. Aunque no lo saben. Sin embargo, estas dos características tan deseables las manejan en su contra.

¿Cómo reconocerlos?

  • Conciben el amor como un sacrificio.
  • Evitan a toda costa que los demás se enojen.
  • Intentan continuamente complacer a los demás.
  • Insisten en asumir  todas las responsabilidades.
  • Viven pidiendo disculpas por lo que no hicieron o no pudieron.
  • Se deprimen por falta de atención.
  • Dependen de la aceptación social.
  • La abnegación es una de sus virtudes.
  • Sienten la necesidad de cuidar y atender a los demás.
  • Priorizan las necesidades de los demás a las propias.
  • Esta situación les permite verse a sí mismos como válidos y necesarios.

El dilema de Wendy

Aunque Wendy parezca e incluso crea estar bien, estará sufriendo en silencio una intensa y continua ansiedad; y aunque los demás con frecuencia se deshagan en elogios hacia su conducta, no llegará a alcanzar un buen autoconcepto.

Es posible que el cuidar de los demás les haga felices, pero siempre llega un momento en que se dan cuenta de que los demás pueden llegar a aprovecharse, o que están dando demasiado a cambio de nada. Llegará un día en que se sientan frustradas e infravaloradas, y es ahí cuando aparece el problema.

Consecuencias y tratamiento del síndrome de Wendy

El síndrome de Wendy es difícil de detectar, ya que en muchos contextos esta conducta es considerada como deseable, pero lo cierto es que “vivir así” trae consigo una serie de consecuencias negativas a nivel emocional: acaban por sentirse solas, sin nada que las satisfaga. Se pueden dar casos de depresión y trastornos de ansiedad, al sentir que no llegan a todo lo que se proponen. Pueden llegar a sentirse “quemados”, por la incompatibilidad y ambigüedad de tareas así como la falta de tiempo. Esto hace que se sientan agotados y al límite de sus posibilidades.

Según los especialistas, el síndrome de Wendy es un trastorno tratable, pero su recuperación parte de la idea de que la persona comprenda que tiene un problema que resolver, decida replantearse su vida y realizar una autocrítica.

El mejor modo de abordarlo consiste en una intervención psicológica que le de la oportunidad al paciente de darse cuenta de su comportamiento.

Una vez dado este paso de reconocimiento, el objetivo principal de esta intervención es tomar conciencia de su miedo a no ser reconocido personal, familiar o profesionalmente. Mediante técnicas cognitivas se puede trabajar esta idea irracional, para establecer la relación con su comportamiento.

Paralelamente, se debe entrenar a los paciente en habilidades interpersonales para aprender a “decir no” y delegar tareas. Y por último, se debe prestar un minucioso cuidado a los tiempos y espacios de crecimiento personal: respetar el espacio propio, aficiones, tiempo libre, etc.

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