Nostalgias y anhelos

 

-¿Qué tenéis en contra de la nostalgia?
-Es la única distracción posible para quien no cree en el futuro.
 (La grande bellezza)


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“El pasado no sólo es un país extraño,

sino que es uno del cual todos estamos exiliados. 

Y al igual que en todos los exilios, a veces añoramos volver. 

Ese anhelo se llama nostalgia”

A veces añoranza, morriña, “mal de la tierra”, o a veces “pasión de ánimo”. Más allá de la connotación romántica o sentimental que confiere, lo curioso es que la nostalgia no la inventó un poeta, sino un médico. Fue en 1688, Johannes Hofer sacaba a luz este término en la presentación de su tesis preliminar en la Universidad de Basilea, en la que explicaba el comportamiento de algunos hombres de la Guardia Suiza destinados lejos de casa, quienes echaban de menos su tierra sintiendo melancolía. Pero que estando de vuelta se recuperaban rápidamente, sintiéndose felices.

Aunque a Hofer se le atribuye el nombre de nostalgia, ya existía ese concepto con otro nombre. Durante la Guerra de los Treinta Años, al menos seis soldados fueron dados de baja del ejército español de Flandes con el “mal de corazón”. Pero pronto se dieron cuenta que también estaban predispuestos a la nostalgia los niños que perdían a sus madres, los jóvenes, las mujeres y los hombres. Al parecer, casi cualquier cosa bajo el sol podría causar nostalgia; especialmente el amor feliz.

Desde entonces la palabra nostalgia es utilizada para describir la pena que se siente al recordar con melancolía algo o a alguien. Un sentimiento de anhelo por un acontecimiento pasado. Como decía Borges, ya siento nostalgia del momento en que sentiré nostalgia de este momento.

La nostalgia, del griego clásico νόστος [nóstos], «regreso», y ἄλγος [álgos], «dolor») podría traducirse como el dolor por querer regresar. Es el sentimiento resultante de pensar en algo que se ha tenido o vivido y ahora no se tiene.

Una especie de felicidad comedida al recordar algo de un momento vital que sabemos que no volverá. Además, la nostalgia puede resultar positiva e incluso atractiva, ya que el pasado feliz no suele generar ansiedad (a diferencia del presente y del futuro) y a veces nos sirve como válvula de escape o para evadirnos, aunque sea por un momento, de una realidad que no nos convence.

El ser humano es un animal nostálgico. A lo largo de nuestra experiencia hemos constatado en muchas ocasiones que el presente no sirve para aportarnos felicidad. El mundo en que vivimos, incluso cuando somos suficientemente felices y contamos con  casi todo lo necesario, ya no nos basta. 

Construir desde el pasado es la premisa para sobrevivir a algo que no nos convence. Añorar lo que supo ser, extrañar lo que muchos ni siquiera conocieron, pero sobre todo, fantasear en nuestras propias construcciones mentales. La nostalgia nos invade cuando nuestra vida avanza a un ritmo vertiginoso, lo que nos genera miedo; o cuando sentimos una queja del presente y vislumbramos un futuro aún peor.

En palabras de Mariano Ibérico, la nostalgia mezcla «un sentimiento de encanto ante el recuerdo, un sentimiento de dolor ante la asequibilidad de ese objeto, en definitiva un anhelo de retorno que quisiera transponer la enigmática distancia que separa el ayer del hoy y reintegrar el alma en la situación que el tiempo ha abolido».

Pero, tal vez, la nostalgia cumpla una función más allá de la mera sentimentalidad. Una serie de estudios realizados por el psicólogo Constantine Sedikides sugieren que la nostalgia puede actuar como un recurso al cual recurrimos para poder avanzar con menos miedo y objetivos más claros.Expertos consideran que la nostalgia nos ayuda a afrontar mejor el futuro

NOSTALGIA DE TODO LO QUE SE FUE, SIN DESTILAR LO QUE HUBIERA SIDO DESEABLE…

En una investigación al respecto, se descubrió que los participantes que reconocieron ser menos propensos a tener nostalgia en su día a día, experimentaron un aumento del sentimiento de falta de sentido en la vida cuando se les pidió que, como propósito de la investigación, pensaran en su propia muerte.

Los investigadores la llaman un «recurso para dar significado», una parte vital de la salud mental, del equilibrio emocional. Por lo que deberíamos tratar de normalizar todos nuestros sentimientos y emociones, incluido la nostalgia. Ya que ésta actúa como un almacén de emociones positivas en la memoria, al cual podemos acceder conscientemente, y tal vez también recurramos continuamente durante nuestras vidas para reforzar nuestras emociones. Estos profundos sentimientos sobre el pasado nos ayudan a afrontar mejor el futuro.

Por lo tanto y a pesar de lo que solemos creer, la nostalgia difiere mucho de la debilidad o la indulgencia. C. Castelnau señaló en La Escuela de Medicina de París que la nostalgia era una enfermedad de hombres honestos y sensibles.

Quizá en siglos pasados se creyó que la nostalgia era una enfermedad, pero hoy afortunadamente sabemos que solo es un estado de ánimo. A través de la nostalgia se encuentran a menudo, vías de escape para un presente a menudo complejo y habitado por los problemas. Un estado de felicidad y bienestar para compensar un momento de incertidumbre. Actúa por tanto como un recurso que nos consuela en momentos bajos. Es una especie de sensibilidad especial para entender nuestra propia vida.

Wildschut, Tim, Sedikides, Constantine y Arndt realizaron un estudio en el 2006 que se publicó en el Journal of personality and Social Psychology. Según este trabajo, las personas solemos experimentar este estado como un modo de hallar impulso vital en un momento dado. Cumpliría por tanto una finalidad psicológica y un refuerzo emocional

Estarán de acuerdo conmigo en que la nostalgia se nutre precisamente de las cosas bellas que nos han pasado en la vida. Y por tanto sentir nostalgia es una evidencia absoluta de que han existido momentos de felicidad en nuestra vida.

Faulkner escribió alguna vez que “el pasado nunca muere, ni siquiera pasa”; y por este motivo deberíamos entender que además de lo que aprendemos de los errores pasados, los buenos recuerdos nos fortalecen. Lo vivido es un legado imborrable que apreciar.

Se trata de aprovechar la nostalgia por lo que hemos sido, para sentir pasión y amor por lo que podemos ser. El futuro se construye en el presente; y el pasado es parte de nuestra esencia, un lugar en construcción.

«No hace falta renunciar al pasado al entrar en el porvenir. Al cambiar las cosas no es necesario perderlas»  (John Cage)